La Aldea Global, hacia una nueva ética y una nueva educación para el siglo XXI

Desde que el hombre habita sobre la faz de la tierra ha sentido la necesidad de transformar el mundo que le rodea… de mejorar su condición existencial haciéndolo más habitable, más seguro y también más confortable. De aprovechar los recursos de la Naturaleza en aras del bien común…

Pero hay algo más… desde el principio de los tiempos el hombre sintió también la necesidad de embellecer su entorno vital, tal y como hacía la Madre naturaleza… entonces el hombre quiso también crear belleza, expresar belleza y sentir dentro de sí mismo esa belleza y esa armonía que veía por doquier reflejada en el Universo… y así nació el arte. Igualmente, el hombre sintió la necesidad de indagar y comprender los grandes misterios de la creación y las leyes que rigen ese cosmos fascinante que extendía su manto estrellado sobre sus cabezas… y así nació la ciencia… Pero al contemplar el cielo infinito, lo que había de eterno en las estrellas despertó en si mismo el sentimiento de la inmortalidad, y el hombre comenzó a preguntarse cual era su origen y su destino, y cual era el papel que tenia que cumplir en la gran sinfonía cósmica de la creación… y así nació la filosofía, la Mística espiritual y el sentimiento religioso de unión con el Todo… Pero es evidente que todos estos sentimientos iban mas allá de su lucha por la supervivencia… más allá de la mera satisfacción de sus necesidades biológicas, mas allá de la obtención de recursos naturales y bienes materiales… pues estamos hablando de bienes intangibles… de la necesidad que tiene el ser humano de conquistar y compartir esos otros bienes éticos y estéticos que permitieron al hombre, merced a su propio impulso espiritual, el extraordinario desarrollo del lenguaje hablado y escrito… del arte, la ciencia, la filosofía, el conocimiento y la espiritualidad… y con ellas al florecimiento de la cultura y la civilización… Por lo tanto, no cabe duda que todas estas necesidades éticas y estéticas son inherentes al espíritu humano desde el mismo origen de su existencia.

Por eso Platón y los demás filósofos griegos coincidían al afirmar que el hombre es un “ser social” por naturaleza y que como tal era esencial para su evolución y para su desarrollo, poder compartir el fruto de sus trabajos, sus ideas, y sus creaciones y transmitir sus conocimientos y sus experiencias a los demás hombres… Y esto nos lleva  a ese principio intrínseco de la naturaleza humana que constituye la base y la esencia de la civilización, que es “la Educación”… esa divina ciencia de la conciencia que a lo largo de los tiempos ha sabido mover con brazos de gigante la rueda de la historia… Pero al hablar de educación no podemos ni debemos referirnos tan solo a la simple transmisión mas o menos metódica y sistemática de unos determinados conocimientos específicos, sino a la transmisión y a la enseñanza, tanto oral como escrita de todos aquellos valores éticos fundamentales que conforman la columna vertebral y el cimiento moral de la verdadera educación… Una educación integral que permita educir lo mejor de cada individuo, para que pueda expresarlo y compartirlo en el seno de lo que hoy llamamos la Aldea Global del Siglo XXI.

No cabe duda que paralelo al avance de los medios de comunicación, nuestro mundo se ha ido convirtiendo cada vez más en una auténtica «aldea global» en la que hoy es prácticamente imposible permanecer ignorante de los conflictos y sufrimientos ajenos, por muy lejanos que estén. La prueba más evidente de ello la tenemos en la red de Internet, cuyo flujo y reflujo de información es tan veloz y continuo que nos mantiene conectados los unos con los otros en todo el globo más allá de cualquier condición, nacionalidad o frontera ayudándonos a intercambiar información y conocimientos y permitiéndonos saber lo que está ocurriendo en cualquier lugar del mundo de forma instantánea.

Es obvio pues que caminamos a pasos acelerados hacia un nuevo modelo de sociedad en el que los problemas y las necesidades de unos pocos, estén donde estén nos afectan cada vez más a todos desde el momento en que tenemos conocimiento de ello, y eso nos plantea todo un desafío a nuestra inteligencia si queremos perfilar de forma coherente un nuevo modelo de educación que responda a las expectativas de la nueva sociedad global del siglo XXI.

Así pues, la “Aldea Global” es un término recientemente acuñado por los sociólogos de vanguardia para definir la realidad pluricultural que vivimos hoy los millones de seres humanos que habitamos el planeta tierra. Un término que tiene connotaciones sociales, políticas, económicas, científicas, filosóficas y espirituales, y que adquirirá, posiblemente, una mayor relevancia en el ámbito de la educación, a medida que avance el S. XXI.

Desde el punto de vista social, si tomamos la idea de sociedad, entendida como un espacio vital en el que conviven individuos que se hallan unidos bajo unas mismas siglas de identidad, y lo ampliamos a escala planetaria, obtenemos como resultado el concepto de “Aldea Global” como «Sociedad Humana», en cuyo tejido pluricultural se mezclan tanto igualdades como diferencias. Al ampliar el concepto de sociedad a escala mundial, la relación de convivencia se establece ya no sólo entre individuos de una misma comunidad determinada sino entre los diversos pueblos, etnias y culturas que habitan nuestra aldea global. En este sentido, podríamos decir que el sensor instantáneo que mejor refleja el flujo y reflujo de comunicación e intercambio de información en todo el planeta es sin duda la Red de Internet.

Desde una perspectiva económica el concepto de “Aldea global” se transforma fácilmente en sinónimo de «Gran Mercado Mundial», un mercado virtual en el que se barajan las grandes cifras macroeconómicas que rigen los convenios, acuerdos y alianzas comerciales, tanto entre distintos gobiernos como entre los grandes Holdings y compañías internacionales. El Barómetro que mide el grado de presión y temperatura de la economía mundial es “la Bolsa”.

Desde el ámbito político la Aldea Global es el marco natural del Derecho Internacional que rige tanto los acuerdos como los desacuerdos internacionales, es decir desde los pactos multilaterales entre diversos países, los convenios de ayuda y cooperación mutua, las alianzas estratégicas y los tratados militares de no agresión; hasta la retirada de ayudas económicas, los bloqueos políticos y embargos comerciales, el cese de la diplomacia y la declaración de conflicto armado. El síntoma inequívoco que señala si nuestra aldea global tiene fiebre es el volumen de guerras y conflictos armados sobre el planeta

Desde un enfoque científico la Aldea Global no es otra cosa que nuestra «Ecosistema Planetario»… la tierra, recientemente rebautizada como «GAYA, el planeta vivo» por el afamado biólogo James Loveloock. Un extraordinario espacio vital en el que coexisten y evolucionan millones de especies vivas, que si bien son muy distintas entre si, tienen en común un mismo hábitat natural. Lo cual significa que todos respiran el mismo aire, beben la misma agua, se alimentan de los mismos frutos, pisan la misma tierra y les ilumina una misma fuente de energía vital… el sol.

Es por ello que en el ámbito de la moderna investigación científica, cabe destacar los grandes logros aportados por la Ecología, esta joven de ciencia multidisciplinar que se ocupa de estudiar las relaciones de interdependencia mutua que existen entre el hombre y las demás especies vivas que habitan nuestro planeta y que cómo afecta la acción del hombre al ecosistema natural del cual formamos parte. Tal vez, el gran mérito de la Ecología es haber puesto sobre el tapete de la actualidad mundial el devastador efecto que está provocando sobre nuestro medio ambiente y nuestro clima la explotación indiscriminada de los recursos naturales y la contaminación provocada por el abuso de las tecnologías duras. De esta forma, la Ecología nos ha hecho más conscientes de la necesidad de cuidar y mantener el equilibrio vital de la naturaleza, de la cual somos mucho más responsables de lo que se creía hasta ahora. Así pues, desde la perspectiva de la nueva ciencia de vanguardia nuestra «Aldea Global» es entonces “la Tierra”… y el termómetro que nosotros mismos hemos diseñado para medir el grado de salud o enfermedad que tiene nuestro planeta no es otro que la joven ciencia de la Ecología.

Filosóficamente hablando el término Aldea Global fundamenta nuestra conciencia la idea del hombre como «Cosmopolita o Ciudadano del Mundo”. Facilitándonos así el marco conceptual idóneo para desarrollar los principios de «una Nueva Ética y una Nueva Educación» que prioricen lo humano sobre lo tecnológico, lo natural sobre lo artificial, el respeto a la vida y la naturaleza por encima de la ambición política y económica y, en suma, que sea capaz de situar los valores espirituales que son inherentes al ser humano de ayer, de hoy y de siempre, por encima de los valores económicos y mercantiles, propio del mundo materialista.

«Una Nueva Ética» que sea capaz de armonizar en su seno las distintas necesidades sociales, políticas, económicas, científicas, culturales y espirituales de nuestro tiempo. Una ética sin fronteras que trace con claridad el eje deontológico de una “Nueva Educación” mucho más humana que sepa inculcar en las generaciones del mañana el valor de la cooperación, la solidaridad, la empatía, el trabajo en equipo, la integración, la tolerancia y el respeto a las diferencias. Que sea capaz de destacar lo que nos une por encima de lo que nos separa, de priorizar el diálogo siempre por encima de la discusión, la descalificación y la ofensa; y que nos recuerde que todos estamos en el mismo barco, ya que todos formamos parte de un mismo ecosistema vivo y por tanto o aprendemos a navegar juntos o nos hundimos todos.

En ese sentido, cada vez que hablamos de nobles valores y de elevados principios, porque sin duda muchos de nosotros creemos en ellos, estamos dibujando de alguna manera un “Ideal de Excelencia Educativa». Pero en esa Sagrada Ciencia que es ”La Educación”, hay algo que los líderes responsables de Instituciones Docentes y Centros Educativos, y los profesionales de la enseñanza general, no podemos ni debemos olvidar, aunque ello conlleve aparejado un gran esfuerzo por nuestra parte, y es el «Ejemplo Moral» como columna fundamental de la enseñanza. Pues no cabe duda que los sueños, actitudes y expectativas que sembramos en el corazón de los jóvenes con nuestras palabras y nuestro ejemplo,… florecerán más adelante, para bien o para mal, como aptitudes, conductas y cualidades del carácter, en los hombres que dirigirán el día de mañana los destinos de nuestra «Aldea Global», y eso debe hacernos, si cabe, mucho más conscientes todavía de la gran responsabilidad que tenemos entre manos al haber elegido el «rol» de educadores de hombres.

Es obvio entonces que la idea de Aldea Global constituye en sí mismo todo un reto para nuestra voluntad y un gran desafío para nuestra inteligencia, ya que nos abre de par en par las puertas de la conciencia a la urgente necesidad que tenemos de desarrollar “Una Nueva Ética para el S. XXI”. Una Ética cuyos principios sean lo bastante universales, sólidos y coherentes, como para poder facilitar la convivencia pacífica del hombre con el hombre no sólo a nivel individual, como miembros de una misma ciudad o país, sino entre todos los pueblos, etnias y culturas que convivimos juntos en un mismo espacio vital planetario… una misma Aldea Global, compartiendo por tanto un mismo destino existencial en el gran océano de la eternidad.

 

Javier Vilar

 

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