Antonio Castellón y la “Revolución del Silencio Mágico”

Docente, autor del «Poder de la educación mindfulness» y productor de documental «Revolución del Silencio Mágico», Antonio Castellón ha llegado a Palma para la primera proyección en Mallorca de su singular audiovisual. Aprovechamos un espacio antes de la cita para pedirle que comparta con los lectores del Mundo de Sophia algunas anécdotas sobre las motivaciones que lo han impulsado a escribir y a producir un documental sobre su experiencia en     mindfulness aplicada en los  centros educativos con los alumnos.

– ¿Cuándo empezaste la práctica de meditación?

– Aproximadamente cuando tenía unos 29 años, o sea hace 19 años

-¿Qué pensabas cuando empezaste tus prácticas de meditación?

-Como dice Buda unos no iluminaremos por discernimiento y otros por sufrimiento, yo he estado en el camino del sufrimiento una parte de mi vida. Me llegó un momento, en que sin ninguna razón especial, yo sentía una frustración vital que me llevaba a ansiedad, insomnio, algo que ahora, lamentablemente, se está volviendo tan común. En esa búsqueda yo tenía la intuición que había algo que internamente no era sano en mi forma de vivir. En esa búsqueda no quería la solución fácil de la pastilla y busqué otras alternativas. Y tuve la suerte de encontrarme con un grupo budista que hacían prácticas en mi ciudad de modo esporádico. El día que fui por primera vez a ese grupo, para mí fue una revelación, tuve la sensación de que se apartaban todas las nubes y aparecía el sol y me di cuenta de que hay mucho más que no había visto hasta ese momento. Y sobre todo descubrí que una gran parte del sufrimiento que estaba experimentando, lo estaba creando yo, lo estaba creando mi mente. Ahí comenzó la inquietud por seguir conociendo.

-¿En qué momento viste ese descubrimiento como una herramienta a compartir con tus estudiantes?

-Antes de eso, había percibido, por los beneficios que estaba notando en mí, que podía ver en los demás todo lo que yo había experimentado. Hay una frase del maestro que me encanta «si quieres aprender de las personas, deja el libro y lee en las personas» y todo lo que aprendes en ti, comienzas a verlo en los demás. Cuando yo empecé a ver esos juegos mentales, ese sufrimiento gratuito,  acabé en descubrirlo en las personas que me rodeaban y me di cuenta que era muy positivo compartirlo. Posteriormente yo tenía la actitud de muchos trabajadores de que «yo tengo mi vida y por otro lado está el trabajo». Y me día cuenta de que no tiene sentido, que si yo era muy feliz fuera de la docencia, porqué no poder serlo dentro de la docencia también. En un principio comenzó con una parte de egoísmo constructivo «quiero estar bien para que los otros estén bien». Y ya llevo diez años con estas prácticas de trabajar con los alumnos. Obviamente esto ha sido un proceso de aprendizaje sobre la meditación, en el que me he dicho a mí mismo en muchos momentos «qué fácil hubiera sido si esto me lo hubiese conocido muchísimo antes». Y se dio esta cualidad de estar yo bien dentro del aula y al mismo tiempo querer darle ese regalo a los niños. Es ganar en reciprocidad, en la medida que yo estoy mejor, ellos están mejor y viceversa; mi enseñanza tiene más sentido porque trasciende lo que estoy escribiendo en la pizarra con la conexión con el ser humano.

-Entonces, viste cómo llevar tu vida profunda a tu vida profesional, a la docencia. Y ¿en qué momento surge tu libro?

-Cuando empiezo a documentarme y a llevarlo al aula me doy cuenta que la formación que yo he recibido de mindfulness, de coaching, de otras corrientes; llevarlas al aula directamente es un error, porque en el contexto en el que yo la recibo, como adulto, con una trayectoria vital, con una intencionalidad, pagando…, no tiene nada que ver con segundo de la ESO, un tercero de Primaria, etc., donde no tienen conocimiento del dolor que hemos tenido nosotros y además que no te lo han pedido. Esta fue mi propuesta, yo empecé con el error de trasladar lo que a mí me llegaba a ellos, y obviamente funcionaba muy dificultosamente. Y empecé a investigar y a buscar información. Y me di cuenta de que prácticamente no había nada, casi toda la literatura era en inglés, los audiovisuales también en inglés y lo que había en español era muy escueto y muy poco aplicable a la realidad de un centro. Normalmente, con grandísima buena voluntad habían sido escrito por psicólogos y personas que no viven las peculiaridades que sufre el docente y los alumnos. Ahí empecé a desarrollar un montón de material. Por un lado, yo hago mucha formación para docentes y me reclamaba que todo eso estuviese más organizado, y por otro lado, siempre he tenido el anhelo de escribir un libro; pero al mismo tiempo empezaron a surgir ciertas dudas en mi mente de hasta qué momento yo iba a continuar ese proyecto, pues al tener una vida, una familia y tengo muchas aficiones. Y el libro iba a ser seguro porque si me voy ahí va a estar y sobre todo por lograr un efecto multiplicador, porque uno desde su pequeña atalaya, llega hasta donde llega su voz; pero con este tipo de publicaciones puedes llegar a cualquier parte del mundo. De hecho, recibo agradecimientos por mail, procedentes de Argentina, de Honduras que ya están haciendo camino en el libro.

-¿Recibes feedback directamente de los usuarios de redes sociales?

-Sí. Me encanta que me hablen, que compartan. Siempre son comentarios positivos. El libro está a la venta en Amazon, ahí se pueden ver las calificaciones y son buenas.

¿En qué momento surge la idea del documental?

-Además de la docencia siempre me ha atraído mucho el mundo creativo. Cuando empecé esta trayectoria de enseñar mindfulness de una forma profesional me fui dando cuenta que estaba atesorando una experiencia que era precisamente lo que los profesores buscaban y no encontraban: cómo aplicar mindfulness en el aula. Durante años estuve grabando material con la idea inicial de hacer pequeños videos para compartir. Durante estos años he tenido la oportunidad de trabajar con padres, alumnos y profesionales que son referentes en el mundo del mindfulness que se ilusionaron con el proyecto. Me interesaba tener muchos puntos de vista, especialmente el científico pues ya existe, ¿por qué no utilizarlo para facilitar entrar en el sistema? De hecho, está teniendo mucha aceptación esta propuesta en ámbitos educativos. Yo coordino una asignatura oficial que se llama «Educación emocional y mindfulness» y el sistema lo permite porque está bien fundamentada.

-¿A nivel personal te llena de satisfacción este trabajo?

-No te puedes imaginar hasta qué punto. Las personas necesitamos una vida con sentido y la contribución es uno de los valores que más sentido da a nuestras vidas. Estar sirviendo a los alumnos a los que doy clases, abrir camino a los docentes que tienen este tipo de inquietudes. En el documental se muestra cómo se enseña y se practica mindfulness en las aulas y eso desmonta muchos prejuicios. Por ejemplo, con respecto al argumento de la importancia de dar contenidos frente a enseñar mindfulness. Pues ya la neurociencia ha demostrado que el estado que se genera aplicando mindfulness (un cierto autoconocimiento, autoaceptación de la propia persona, etc.) es un estado mental mucho más receptivo que el ordinario y proporciona un aprendizaje mucho más eficaz. A mí me gusta combinar mindfulness y compasión, son dos pilares fundamentales. porque uno de los grandes problemas que tienen tanto adultos como jóvenes es la tendencia al auto-rechazo, la falta de amor por nosotros mismos. Cuando se trabaja la compasión la convivencia en las aulas mejora notablemente. El otro pilar, la atención plena, tiene beneficios objetivos muy evidentes pues por lógica cualquier persona que desarrolla la atención tiene unos mejores resultados en cualquier actividad que la requiera como es la actividad académica.

-¿Has recibido feedback de los niños?

-A este respecto hay que tener en cuenta una cosa. Yo trabajo tanto con alumnos de FP de más de veinte años como con alumnos de ESO con 13-14 años en una etapa de rebeldía, de tendencia a no reconocer ninguna autoridad, a no darte la razón, etc. Es muy curioso cuando se empieza un primer trimestre con una cierta tensión en el ambiente y conforme va pasando el curso se va generando una relación muy bonita de amistad. Recuerdo un chaval que era muy reticente a hacer cualquier de las prácticas y al cabo del tiempo me lo encontré, ya había dejado de estudiar y al verme se saluda y me dice «Antonio, ahora trabajo en un invernadero y estoy muy estresado, me cuesta dormir, pero con tus audios consigo dormir súper bien». En aquel momento sembramos una semilla que germinó tiempo después. Ten en cuenta también que este tipo de herramientas, si lo enfocamos como juego, como algo lúdico, les gusta en el momento, pero todavía no tienen, en la mayoría de los casos, una experiencia de dolor vital, de frustración, etc. Sin embargo, cuando han crecido un poquito y llegan a segundo de bachillerato, por ejemplo, y experimentan el estrés y la ansiedad de la selectividad ahí es cuando echan mano de todo esto y te lo agradecen.

-Es un recurso que ellos adquieren y que van a poder utilizar el resto de su vida.

-Sí, es la metáfora que utiliza Thich Nhat Hanh en su trabajo con niños, plantar semillas.

– Muchísimas gracias, Antonio, por compartir tus experiencias.

-Gracias a vosotros y enhorabuena por ser también un semillero, por estar plantando lo único que verdaderamente puede suponer un cambio en la sociedad.

ENTREVISTA A ANTONIO CASTELLÓN por Sergio G. García.

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