Mindfulness y el poder de estar presente en el presente – 1ª Parte

LOGO MEDITACION linea colorExiste un modelo en la naturaleza que ejemplifica con singular precisión el espectacular fenómeno al que estamos asistiendo hoy en día en relación al Mindfulness. Y este no es otro que el del proceso de crecimiento del bambú chino.

Parece ser que la semilla del bambú chino tiene la característica de mantenerse durante cinco años o más bajo tierra, enraizándose profundamente, mientras en la superficie aparentemente no ocurre nada. Cualquier persona podría pasar por el lugar de plantación y no descubriría que debajo de la capa superficial de la corteza terrestre se está generando uno de los procesos más fantásticos que existen en la naturaleza: la construcción de los cimientos sólidos, profundos y estables a través de la expansión de las raíces de lo que posteriormente se convertirá en uno de los troncos más altos y consolidados que nos regala la Naturaleza. Dicen que al final del quinto año, la semilla del bambú chino eclosiona hacia la superficie, creciendo de manera asombrosa, perceptible a simple vista por un observador atento hasta alcanzar una altura de veinticinco metros en tan solo seis semanas.

Y esto es lo que ha sucedido con el Mindfulness, especialmente aquí en España. Estamos asistiendo al nacimiento de unas semillas plantadas en la década de los 80 desde Estados Unidos, y que hoy, aquí en España, interesa a miles de personas; llena cientos de publicaciones médicas y psicológicas, es divulgado en programas televisivos de alta audiencia, desarrollado en charlas y conferencias por todo el país, popularizado por numerosos artículos en revistas y en miles de post de páginas web y blogs, y lo más interesante, practicado por cada vez más personas que se adhieren al movimiento mindful, es decir, al cultivo de la Atención Plena.

La verdad es que la progresión en el interés que despierta el Mindfulness es apabullante. Es como si después de miles de años, en occidente, hubiéramos descubierto una herramienta mágica que nos puede ayudar a ser más felices, con todo lo que ello conlleva; vivir más tranquilos y en paz, tener más salud, ser más compasivos, tener una mayor capacidad de tolerancia, de respeto…, ser capaces de conectar con nosotros mismos y con los demás de corazón, etc… Todo ello, matices o pequeñas piezas del maravilloso puzle del preciado bien que todos anhelamos que no es otro que la felicidad.

Y digo en occidente porque estas técnicas en oriente son practicadas desde hace miles de años…

¿Qué es el mindfulness?

La palabra mindfulness es la traducción inglesa de la palabra sati en pali, la lengua empleada en la época de Buda, hace 2500 años. Al igual que en la antigua lengua sánscrita, en la lengua pali encontramos numerosos términos para conceptos de índole psicológica y metafísica, cosa que no ocurre con nuestros modernos idiomas, preparados para comunicarnos dentro de la cosmovisión fundamentalmente materialista en la que nos movemos. Hoy tenemos múltiples vocablos y definiciones para referirnos a conceptos técnicos, tecnológicos o científicos; numerosos recursos de comunicación para hablar con terminología adecuada a nuestra sociedad dereferirnos a ursos para lista en la que nos movemosn mercado. Sin embargo, nos falta mucho para llegar a igualar la riqueza de las lenguas antiguas, muy preparadas y estructuradas para hablar al corazón con el lenguaje simbólico del corazón.

La palabra sati  designa la actividad de la conciencia cuando está presente y despierta. Pero teniendo en cuenta que sati es la nominalización del verbo sarati que significa rememorar o recordar, deberíamos traducirla como la capacidad de «recordar estar en el presente con la conciencia despierta» o  la capacidad de la mente de «recordarnos» estar en el presente, es decir, constantemente volviendo al aquí y ahora. Podríamos decir que ese «momento mindfulness» es un relámpago de conciencia pura que dura una fracción de segundo y que se produce en el instante justo en que nos damos cuenta de algo en forma de experiencia. Pasado ese intervalo de «lucidez», la mente se encarga de procesar la destreza con todos los añadidos de nuestro subconsciente y de traducirla en palabras comprensibles, perdiendo la frescura y viveza del segundo exacto en el que ocurrió el suceso.

Por eso nos ha sido muy difícil encontrar un término en nuestras modernas lenguas que pudiera definir ese proceso puntual de la conciencia. El término que se pensó que mejor se ajustaría a su significado sería el de «Mindfulness» que traducimos al español como «mente plena», «conciencia plena», «conciencia despierta»… o el más usado de «Atención plena» y que no debemos confundirlo con Mindfullness que es justamente lo contrario: mente llena de conceptos y ruidos.

Lo cierto es que en el ámbito de la salud y de la psicología, en vez de usar el término «meditación» se utiliza ya el término «mindfulness» como sinónimo.

Muchas han sido las definiciones de Mindfulness postuladas por algunos de sus pioneros:

  • La conciencia de aquello que emerge en el momento presente, con propósito y sin juzgarlo (Kabat Zinn).
  • Autorregulación de la atención orientándola hacia el momento presente, con curiosidad, apertura y aceptación (Bishop).
  • Saber lo que se experimenta en el momento en que se está experimentando (Guy Armstrong).
  • La capacidad humana universal y básica que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los contenidos de la mente momento a momento (Vicente Simón).
  • Es la acción de desarrollar y mantener un tipo de atención especial a la experiencia presente, momento a momento, con una actitud de aceptación radical, libre de todo control y juicios de valor (Israel Mañas).
  • Conciencia de la experiencia presente, momento a momento, con aceptación (Germer).
  • Es la clara y simple consciencia mental de lo que nos está ocurriendo a nosotros y en nosotros en los sucesivos momentos de la percepción (Nianaponika Thera).

Y fusionándolas todas ellas definiríamos el Mindfulness como la atención plena mantenida sobre los procesos y estados internos perceptibles momento a momento… (sensaciones, emociones, pensamientos, imágenes, aspectos circundantes…). Sin juicios, con curiosidad, aceptación y con una actitud bondadosa y amable hacia el objeto que se contempla (Kabat Zinn, Grossman, Niemann, Shmidt, Walach…)

Principios del Mindfulness

El primer postulado del Mindfulness que se extrae de la propia definición, no es otro que «vivir en el presente», en el aquí y en el ahora, momento a momento, puesto que este es el único tiempo que tenemos en nuestras manos y en el que podemos actuar desde el SER. El pasado ya no existe, jamás volverá… Es un tiempo cuyo recuerdo muchas veces nos genera remordimientos, culpa, frustración…. El futuro está por llegar, tampoco ha llegado todavía…. Su vislumbre nos provoca incertidumbre, miedo, inseguridad, desasosiego… Así la rumiación acerca del pasado o del futuro se presentan como fuentes de estrés, angustia y sufrimiento. Solo el presente es neutro, hallándose dispuesto a recibir nuestra interpretación del momento.

El Dalai Lama dice al respecto: Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada, uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir.

Solo el presente, instante a instante, nos pertenece. Y solo desde ese presente, podemos conectar con nuestra fuente de sabiduría esencial que se halla mas allá de la enorme capa de condicionantes, hábitos, resortes y mecanismos instintivos con los que nuestro Ser se resguarda. Una esencia inconmensurable o potencial de valores intrínsecos al ser humano de la que nos han hablado todas las tradiciones espirituales de la humanidad:

En el hinduismo se dice que el Dios creador Brahma se halla disuelto en el interior de todas las criaturas como la sal se halla disuelta en el agua… o como la chispa de fuego en la madera antes de que prenda. La sabiduría de los antiguos egipcios dice que cuando el dios Ra contempló su Creación, divinas lágrimas de Amor brotaron de sus ojos… y de esas lágrimas nacimos los seres humanos. En el cristianismo encontramos la tan famosa frase, el reino de Dios está dentro de nosotros. Y en el budismo se dice Limpia tu ser de impurezas y verás refulgir en el interior tu naturaleza de Budha. Es decir, que todas ellas nos hablan de una misma y única realidad, la divina esencia que habita en el interior de todos los seres.

Según esto, dentro nuestro tenemos todos los poderes del Ser. Solo hace falta conectar con nuestra naturaleza profunda para tener acceso a esas capacidades, a las que solo se puede acceder desde la «Presencia» (atención plena) y en el momento «presente» (en el aquí y en el ahora).

Otro de los ingredientes fundamentales de la práctica de Mindfulness es ser capaces de observar los procesos «sin juzgarlos y sin juzgarnos» a nosotros. Es decir, desde la neutralidad del observador silencioso que desde su atalaya contempla los procesos, siendo capaz de parar el mundo unos instantes para poder elegir la respuesta libre y consciente, la interpretación ecuánime, en lugar de reaccionar instintivamente al suceso. Ello implica además, un talante de «aceptación» del hecho tal como aparece y desaparece, con su impermanencia natural, sin querer controlarlo ni luchar contra él, sin añadir ni quitar nada…, con confianza; puesto que se trata de la vida misma manifestándose y ¿cómo puede la vida traernos algo que no sea lo mejor para cada momento?. Constantemente actuamos de manera hedonista aceptando y provocando lo que nos gusta o deseamos, y rechazando o negando lo que nos desagrada. Nada más contrario a la actitud Mindfulness. Me viene a la mente la magnífica reflexión de H.P. Blavatsky cuando dice: «No os quejéis, porque lo que os parecen sufrimientos y obstáculos suelen ser en realidad los misteriosos esfuerzos de la naturaleza para ayudaros en vuestra obra si sabéis aprovecharlos». Nada mejor para el Ser que dejar atrás viejos patrones reactivos e impredecibles de nuestra mente que tanto nos han encadenado y comenzar a cultivar una respuesta creativa propia de seres conscientes, libres y responsables y que está acorde con ese otro principio de confianza en la Vida…, dejarse fluir en Ella…

Y cómo no hablar de la mente de principiante que todo practicante del Arte de Vivir debe cultivar. Este concepto extraído de la psicología y filosofía Budista nos sugiere un conjunto de cualidades que podríamos definirlas como «la forma de mirar y ver el mundo de un niño». El mismo Siddharta Gautama, que luego sería el Buda, recuerda su primer momento de absorción espiritual siendo un niño. Cuenta la tradición que el principie Siddharta acompañó a su padre a una fiesta de la vendimia, y en un momento determinado, se retiró a observar lo que acontecía a su alrededor con curiosidad, ilusión, pureza, implicación…, apertura mental; como si viera y sintiera las cosas por primera vez. En ese momento, dicen que el niño experimentó su primer chispazo de iluminación, un estado de conciencia superior que le acompañaría frecuentemente durante toda su vida y que le permitió llegar a alcanzar la liberación del sufrimiento y la ignorancia, y convertirse en un Buda o Iluminado.

De todo ello se deduce que otra de las cualidades propias de Mindfulness y que todo practicante necesita desarrollar, es la paciencia activa. No buscar ni esperar los beneficios de la acción, que si bien llegarán por ley inexorable, no podemos quedar atrapados por esa trampa mental que nos esclaviza al resultado; y permitir que la vida se exprese naturalmente, sin prisas ni cortapisas, con confianza plena, desplegando a su ritmo todo lo que la experiencia tenga para dar. Algo que es muy fácil de decir y bastante difícil de ejecutar por la deficiente educación que en occidente hemos recibido, de querer conseguir las cosas «para ayer» y con el mínimo esfuerzo posible. Ello genera un estado de impaciencia y agitación, a veces compulsiva, que va minando nuestra salud física, psicología y mental, y que hace que la vida se nos escape de las manos sin saborearla ni extraer toda la sabiduría del momento.

Si yo tuviera que decir en una palabra cuál es la mayor ventaja que se puede obtener de la práctica de Mindfulnes, diría que es el «autoconocimiento». Por un lado, conocer las tendencias de nuestra mente (las tóxicas y las saludables), observar los condicionantes aprendidos y los prejuicios infiltrados, detectar los hábitos inconscientes y los mecanismos reactivos-instintivos asentados en nuestro carácter; y por otro lado, el darnos cuenta y tomar plena conciencia (con todo lo que ello conlleva) de la magnitud del Ser que habita en nuestro interior con sus cualidades de Amor, Compasión, Nobleza y Ecuanimidad.

Y si tuviera que deciros cual es la mayor satisfacción que podemos tener al practicar en el día a día la Atención Plena, pienso que es la de sentir la conexión con el Ser; la plenitud de darnos cuenta del poder de la conciencia amplia, relajada, receptiva y confiada; la de saberse hombre o mujer consciente, libre y responsable de esa libertad, protagonista de tus elecciones… Y por supuesto, la sutil aunque plena satisfacción de sentir que estás Presente en el presente, con todos los recursos a tu disposición.

La verdad es que es una sensación difícil de explicar con palabras. Es como habitar en un lugar por encima de las nubes, donde siempre brilla el sol. Es como andar flotando, observando el mundo con ecuanimidad y desapego, por encima de las cosas que normalmente te atrapan, te lastran o te anclan. Es sentirte uno con los demás, en armonía con toda la familia humana… Es saberse en paz con la Vida y en unidad con el Todo…

Os tengo que confesar que la idea-luz que orienta cada mañana mi meditación es: «No tengo nada que hacer, ningún sitio donde ir, nadie en quien convertirme, ningún rol que representar…, tan solo estar conmigo misma, regalarme este momento de conexión, de presencia plena, de felicidad serena… Descansando en la conciencia expandida, en paz, confiada e imperturbable en medio de todos los cambios de la existencia…».

Herminia Gisbert

Mindfulness 12

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