Revisar la historia

Desde la segunda mitad del siglo XX se ha ido desarrollando un interesante proceso de revisionismo histórico, que desde diversos campos del conocimiento, ha empezado a cuestionar muy seriamente las teorías comúnmente aceptadas hasta el momento sobre el origen y desarrollo de la cultura, sobre la evolución paulatina de la inteligencia y el conocimiento humano y sobre el esquema del progreso lineal indefinido que, infravalorando cualquier logro cultural del pasado, sitúa a nuestro tiempo actual en la cúspide del saber y la civilización: «El historiador de la cultura Thomas Berry explica que el problema central de la época guarda estrecha relación con el hecho de haber perdido el ‘buen hilo argumental’ del relato que constituye la historia. Según la versión tradicional de la historia del mundo, las sociedades occidentales han venido manteniendo una explicación consensuada de las cosas, que ha servido para orientar las actitudes emocionales de la gente, ha suministrado objetivos vitales y ha dinamizado las actuaciones y comportamientos concretos (…) Sin embargo, hoy en día tiende a cuestionarse el sentido y la utilidad de esta versión ‘normal’ de la historia del mundo».

   Dentro de este proceso revisionista, ha comenzado a aflorar una conciencia emergente que apunta hacia  una  profunda  revalorización  histórica  del  legado  cultural,  filosófico  y espiritual  del  mundo antiguo.  Pero  curiosamente,  este cuestionamiento que pone en  tela de juicio  la  visión  comúnmente aceptada sobre nuestro pasado, no está teniendo lugar tan sólo en el ámbito de las ciencias humanas, como la antropología, la historia, la sociología o la filosofía de la ciencia, sino también, y principalmente, en el campo de la física cuántica, la astrofísica, la biología y la cosmología. Y esto es debido en gran parte a que los recientes descubrimientos de la ciencia moderna sobre el origen del Universo, la estructura de la materia, la naturaleza de los procesos orgánicos y las leyes que rigen la evolución, la vida y la conciencia, nos conduce hacia una visión de la realidad que coincide sorprendentemente con la visión sostenida por los grandes sabios, místicos y filósofos de todos los tiempos, tanto en Oriente como en Occidente. De forma que, actualmente,  hemos llegado a un punto que según afirma el físico Fritjof Capra, los paralelismos existentes  entre  la Física moderna y el  misticismo oriental  son tan  sorprendentes  que: «con  frecuencia  tropezaremos con afirmaciones donde es casi imposible decir si han sido hechas por físicos o por místicos orientales. (Pero además) esta visión no está limitada a Oriente, sino que podemos encontrarla en algún grado en todas las  filosofías  orientadas  místicamente.2

    Por otro lado, el que exista un acuerdo sorprendente entre los más recientes descubrimientos de la ciencia de vanguardia y el legado de esa Sabiduría tradicional, cuyos principios se hallan expuestos en los diversos sistemas filosóficos, míticos y místicos de la antigüedad, no es tan extraño como pueda parecer a simple vista, ya que, ultérrimamente, tanto la Sabiduría antigua como la ciencia moderna tienen como objeto conocer las leyes y fuerzas que gobiernan la vida en el Universo. Lo que ocurre es que ambas difieren sustancialmente, tanto en los fines y principios que impulsan dicha búsqueda, como en los medios que emplean para lograrlo. La Sabiduría tradicional parte de la base de que el Universo, la vida y el ser humano, son de naturaleza esencialmente espiritual, y su meta fundamental es alcanzar un conocimiento global, unificado y coherente de la realidad, que ayude al hombre a vivir en armonía con el cosmos, mientras que para la ciencia contemporánea, el Universo y todo lo que contiene es de naturaleza puramente material, y su objetivo principal es lograr el dominio absoluto de la Naturaleza, explotando sus recursos cuanto sea necesario con tal de hacer la vida humana más cómoda, segura y confortable. Es por eso que tal y como afirma el experto mundial en Teoría de Sistemas y Evolución general, Dr. Ervin Laszlo: «La carrera en pos del progreso material se ha puesto frecuentemente por delante del anhelo de conocer el significado de la vida y de tener una visión global de la existencia (…) En vez de orientarse hacia una comprensión del mundo con vocación omni-abarcante, las gentes de la era moderna abrazaron la idea de un progreso lineal asegurado aparentemente por tiempo indefinido. La vida de los individuos se hizo más larga y cómoda, pero, al mismo tiempo, se volvió más vacía, con menos sentido».3

1 BERRY, THOMAS. The Dream of the Herat, Sierra Club Books, San Francisco, 1988. p. 123.

2 CAPRA, FRITJOF. El Tao de la Física. Luís Cárcamo Editor, Barcelona, 1992.

3 LASZLO, ERVIN. El Cosmos Creativo. Ed. Kairós, Barcelona, 1997.

 

Javier Vilar

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