MOZART, MÚSICO Y MASÓN

Sin duda, uno de los compositores que ha escrito su nombre en las páginas de la música clásica es Wolfgang Amadeus Mozart. Su obra permanece viva más allá de los siglos y su nombre es conocido hasta el punto que incluso se habla del «efecto Mozart», precisamente por los beneficios que proporciona su obra.

Pero ¿quién fue el hombre que fue capaz de componer con tal maestría? ¿cuáles eran sus anhelos y motivaciones personales más allá del músico?

Un ámbito revelador tiene que ver con su relación con la masonería. Y es que Amadeus fue un filósofo con inquietudes filosóficas e ideales de fraternidad.

El músico contaba con una buena biblioteca personal: Molière, Shakespeare, Platón, textos de ilustrados, entre otros. Entender el contexto social y político que le tocó vivir es importante para entender su relación con el conocimiento. En 1777 surgió el movimiento Sturm (huracán, ardor) und Drang (impulso impetuoso) con artistas de la talla de Goehte o Schiller. Sus creadores fueron Rousseau y Diderot e impulsaron los aires de revolución que culminarían con la Revolución francesa y la independencia de EE.UU. Mozart, en consonancia con este espíritu, se comprometió a reivindicar la libertad de la existencia humana y favorecer el progreso de la cultura y la civilización.

«Vivimos en este mundo para esforzarnos en aprender siempre, para ilustrarnos los unos a los otros con el intercambio de ideas, y para aplicarnos a ir siempre más lejos y adelante en la ciencia y las artes»

Mozart.  4 de septiembre de 1776.

A los 28 años ingresó en la logia de la Beneficencia en Viena y de este modo se comprometió con el ideal de libertad, igualdad y fraternidad que promulgaba la masonería. Al mismo tiempo, recibió formación filosófica y creó estrechos lazos de amistad con sus compañeros de la logia. Es curioso observar cómo, a partir de ese momento, su correspondencia en relación con la masonería desaparece y sólo tenemos referencias a qué pertenecía, a través de la música que compuso para reuniones y ceremonias.

Pero para poder entender qué significaba ser masón en la segunda mitad del s. XVIII, os dejo un breve apunte sobre la masonería: INTRODUCCIÓN A LA FRANCMASONERÍA EN EL SIGLO XVIII

Ésta exigía la más absoluta tolerancia religiosa, no tenía fines políticos y tampoco perseguía la reivindicación popular contra el Antiguo Régimen.

En la masonería regía la igualdad entre hermanos, todos ellos miembros de la nobleza o alta burguesía. Realizaban un trabajo filantrópico y humanista, estudiaban los misterios del pitagorismo, los misterios de Eleusis, el orfismo, alquimia y astrología medievales, entre otras materias.

En realidad, la francmasonería no era un cuerpo homogéneo ni unificado.  A finales del XVIII había dos corrientes: la corriente progresista que se orientaba más hacia el futuro y se acomodaban al espíritu ilustrado. Eran más racionalistas y acogían con entusiasmo la Revolución francesa.

Por otro lado, la corriente regresiva escrutaba el pasado, las tradiciones y los misterios iniciáticos, para rescatar la sabiduría del pasado; y en política era antidemocrática, anticlerical y antiliberal. No creía en la razón ni la ciencia experimental.

La progresista dominaba las logias en Francia e inspiraría la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano: libertad, igualdad y fraternidad.  En el resto de Europa estaban repartidas por igual las dos corrientes.

Como ejemplo de su obra masónica hacemos mención a su última obra que escribió tan sólo veinte días antes de fallecer. La terminó el 15 de noviembre de 1971. Consiste en una cantata en Do mayor acompañada de un lied (canción lírica breve) que compuso con ocasión de la inauguración de un nuevo templo de la logia.

La cantata supone la prolongación y final de su última ópera, La flauta mágica, auténtico legado de su obra con un claro simbolismo masónico y un mensaje de fraternidad universal a modo de despedida.

La cantata representa a Pamino, el héroe protagonista de la ópera, que ya ha ingresado en el templo y se reúne con sus hermanos de la logia. Supone la victoria del hombre ante la proximidad de la muerte. Mozart, que se siente aludido, canta con entusiasmo expresando su alegría de vivir y su esperanza en un futuro más avanzado para la humanidad. Los textos son de su amigo Emmanuel Schikaneder, autor del libreto de La flauta mágica.

«Es dulce lo que siente el masón en este día de fiesta, que solda una nueva y estrecha cadena fraternal; dulce, el pensamiento de que la humanidad ha ganado un sitio entre los hombres; dulce, el recuerdo del lugar donde cada corazón fraterno le afirma con tanta fuerza lo que era, lo que es, y en lo que se puede convertir… Hermanos, entregaos por completo a la felicidad que sentís; de esta forma no olvidaréis jamás que sois masones.»

«Que la envidia, la codicia y la calumnia sean desterradas para siempre de nuestro corazón de masones, y que la concordia estreche el lazo que anuda un puro amor fraternal… Equilibremos cada pesada carga con el peso del amor; entonces recibiremos con dignidad la verdadera luz que viene de Oriente. Para obtener este preciado bien, que el trabajo comience con alegría. E igualmente, lo que ya está iniciado, prosigámoslo hoy de nuevo. Tenemos aquí nuestro corazón y nuestras palabras, acostumbrados a la virtud. ¡Entonces, el deseo ya realizado coronará nuestra esperanza!»

El final de la cantata hace referencia a su última logia, que es la de la Esperanza nuevamente coronada. Se trata de un lied, Elogio a la amistad, compuesto para clausurar la logia al acabar la reunión.

«Hermanos, enlacemos nuestras manos al terminar este trabajo con el sonoro fulgor de nuestra alegría. Y así como nuestra cadena rodea este lugar sagrado, que estreche a todo el globo terráqueo. Con nuestro alegres cantos demos gracias al creador todopoderoso; la consagración se ha realizado; ¡debe terminar también el trabajo al que están consagrados nuestros corazones! Que venerar la virtud y la humanidad y aprender el amor a uno mismo y a los demás sea siempre nuestro primer deber. Entonces, y no solamente en Oriente y en Poniente, sino también al Norte y al Sur, brillará la luz».

Hasta aquí esta breve reseña que pretende transmitir el perfume que inspiró la insigne obra de un amante de la sabiduría que expresó y supo transmitir su anhelo a través del sonido y la armonía. Su música le mantiene presente e inmortal a través del tiempo…, y su mensaje se mantiene vivo resonando en el corazón de aquellos que vibran con su sintonía. 

Catalina Simonet.


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